Viaje interior & exterior. Destino Santiago de Compostela
La imagen, símbolo del Camino de Santiago de Compostela, evocador de la memoria, representa la espiritualidad del hombre, no solo en un viaje físico que parte de muchos puntos para concretarse en la ciudad histórica patrimonio de la humanidad, sino que paralelamente, y durante el peregrinar uno se acompaña de sí mismo, interioriza en su propio yo y se descubre como persona. Es decir, es un proceso de encuentro con uno mismo para alcanzar el sosiego.
Tallado en piedra, el casco antiguo de la ciudad compostelana, recibe al visitante con sobriedad atrapándolo con portadas que salen al encuentro y que se esconden e imaginan a la vuelta de cada esquina de sus calles y plazas. Es la magia granítica en la solidez indiscutible.
Una de las cuatro plazas que enmarcan el contorno de la catedral compostelana es la llamada Plaza de las Platerías; espacios pensados como conjuntos arquitectónicos donde los sabios maestros inventan escenarios donde los elementos ejercen una interacción desde diferentes ángulos. Esta salida sur de la Catedral se halla mirando a la Casa del Cabildo, la larga fachada muestra gran robustez ofreciendo a la mirada una versión dinámica, de movimiento con la geometría de placas. La Casa del Cabildo es una obra hecha para ser contemplada, admirada por el paseante. Es uno de los elemento que va a rematar la composición artística.
Estamos en una de las calles que parten de esta plaza de Platerías, un deleite para el paseante que tiene la posibilidad de la perspectiva y la sorpresa de calles estrechas que invitan a atreverse.