Hace muy pocos días, el Liverpool FC protagonizó una espectacular remontada en su estadio, el mítico Anfield Road, ante el Borussia Dortmund para colarse en las semifinales de la Europa League donde se enfrentará a un equipo español como es el Villareal.
Aprovechando esta vuelta de los reds al primer plano internacional, quiero rendir homenaje a uno de los grandes del fútbol mundial que es además uno de los clubs donde este deporte se vive con mayor respeto y amor a las tradiciones.
Desde su fundación en 1892, el Liverpool ha sido una de las referencias del fútbol en las islas británicas y, aunque nunca ha perdido su grandeza (las 18 ligas que posee dan prueba de ello), el equipo ha pasado por momentos muy bajos.
Fue precisamente en uno de estos momentos inestables, con el equipo instalado en la segunda división, cuando la llegada de Bill Shankly impulsó al club de la ciudad de los Beatles a su gran época dorada. Bajo su mandato, el Liverpool conquistó tres ligas, dos FA Cups y una Copa de la UEFA.
Más allá de su importancia como entrenador, Shankly será recordado por sus ingeniosas e hirientes frases que tenían un destinatario predilecto. El Everton. El bueno de Bill llegó a dedicarle al equipo azul de la ciudad del Mersey lindezas como: “cuando me aburro miro abajo en la clasificación a ver como va el Everton”. También aseguró que: “el Everton juega tan mal, que si jugasen en el jardín de mi casa correría las cortinas para no verles”.
Aunque la frase más célebre que le dedicó a sus “queridos vecinos” es la mítica: “la ciudad de Liverpool tiene dos grandes equipos: el Liverpool, y los reservas del Liverpool».
Asimismo, fue él quien hizo colocar en el camino del vestuario al terreno de juego de Anfield Road una placa con la leyenda: “This is Anfield” (Esto es Anfield). En sus propias palabras, el motivo fue “para recordar a nuestros muchachos qué camiseta defienden y a nuestros adversarios contra quién juegan”. También hizo cambiar el uniforme del club, que desde entonces es totalmente rojo para infundir temor a sus adversarios.
El legado de Shankly sería continuado y aumentado por el que fuese su ayudante Bob Paisley que ganó, entre otros muchos títulos, tres Copas de Europa y una Copa de la UEFA y por el, a su vez, ayudante de Paisley, Joe Fagan.
Fagan agrandó la leyenda red con la Copa de Europa ganada por penaltis a la Roma en el propio Estadio Olímpico de la capital italiana en 1984.
Desde ese momento hasta nuestros días, el Liverpoool ha caído a un segundo plano en el ámbito internacional donde sólo honrosas excepciones como la Copa de la UEFA ganada en un vibrante partido al Deportivo Alavés en 2001 o la Copa de Europa del año 2004 en la que remontaron un 3-0 al descanso para imponerse a un poderoso Milán en la tanda de penaltis, dan lustre a la sala de trofeos de Anfield.
A nivel doméstico, la cosa es aún más preocupante ya que el Liverpool no se hace con la “First Division” desde el año 1990 (en aquel entonces el campeonato de la regularidad en Inglaterra todavía no se denominaba “Premier League”) y ha visto como su gran enemigo, el Manchester United, le ha superado claramente en el número de entorchados (20 de los mancunianos por 18 del Liverpool).
A pesar de esto y de tragedias tristemente célebres como la del estadio de Heysel o la de Hillsborough, en la que perdieron la vida 96 aficionados de los reds, el club nunca ha perdido su esencia.
Ver imágenes como las de la despedida del capitán y gran leyenda del club, un ídolo para quien esto escribe, Steve Gerrard al final de la pasada temporada nos reconcilian a todos los amantes del fútbol con lo más bello de este deporte.
Por esta y otras muchas razones, el Liverpool «nunca caminará sólo» como dice su famoso himno.