Santiago de Compostela, sobradamente conocida como Ciudad Santa, Patrimonio histórico de la humanidad y final del camino… todavía esconde parajes de incalculable belleza que mantienen la esencia natural, la paciencia en el tiempo.
Hacer mención al río Sarela para descubrir en su paseo fluvial la riqueza y biodiversidad en sus riberas, que invitan a la celebración del equilibrio natural en la ciudad del Apóstol. Pasear por el Sarela, también es recordar las emociones que Rosalía de Castro (siglo XIX) confiesa en sus poemas A Orillas del Sar
A través del follaje perenne
Que oír deja rumores extraños,
Y entre un mar de ondulante verdura,
Mansión de los pájaros,
Desde mis ventanas veo
El templo que quise tanto.
El entorno romántico que comienza en la Carballeira de San Lorenzo, se abre paso a una cuesta abajo de gran inclinación para alcanzar una mirada inspiradora sobre dos alternativas de ocio después de cruzar el puente: a la izquierda es el comienzo del Camino hacia Finisterre, pero si la decisión es ir hacia la derecha, comenzaremos un recorrido bordeando parte de la ciudad de Santiago de Compostela por el paseo fluvial del Sarela.
Desde lo alto, según se viene de la Carballeira de San Lorenzo, aparece un paisaje de color verde intenso que manifiesta la abundancia de agua. Las casas de piedra y teja se conjugan en un cuadro perfecto de líneas y tonos; el río es el anfitrión del espectáculo que tiende pequeños puentes para acceder e indagar en el frondoso hallazgo. Este pequeño río tranquilo y sin mucho caudal, aunque sí accidentado, inspira a lo largo del recorrido una época donde los molinos suponían economía y encuentros que sugerían los bailes y cantos (las muñeiras), hoy solo vestigios del pasado.
Son las sensaciones provocadas por un entorno recuperado que hay que conservar y que constituye una llamada de frescura que espera y acompaña al paseante durante el esparcimiento. Proteger estos espacios y cuidarlos con esmero es vital para el estado de equilibrio natural. Para finalizar diré que el paseo fluvial del Sarela, en Compostela, tiene un significado especial, cuando menos para mí; romántico, reparador y lleno de encanto ofrece a los habitantes un preciado remanso de paz. Un espacio muy certero para relajarse y encontrar sosiego.