Un Mundo Feliz o la imposibilidad de la felicidad constante

¿Puede un mundo sin sufrimiento ser la peor de las distopías? ¿Es posible vivir al margen del condicionamiento social?

Estas son algunas de las preguntas que se plantea el escritor inglés Aldous Huxley en la que es su obra más conocida: Un Mundo Feliz (Brave New World, 1932). La novela, encuadrada en el género de ciencia ficción, nos sitúa en una sociedad futurista en la que el alto estadio de desarrollo de la ciencia y la tecnología ha permitido crear seres humanos a la carta, fabricados y sugestionados para ocupar una posición determinada dentro del sistema social, desempeñar un trabajo especializado en función de su desarrollo cognitivo (cuanto menos intelectual y más mecánico sea, más baja será la casta a la que pertenezcan), ser altamente productivos y perpetuar un ciclo de consumo continuo.

En este mundo, tremendamente estratificado y monolítico, se programa a la gente para que sienta animadversión por la lectura, impidiendo que se confronten a otras realidades e ideas que puedan estimular su capacidad reflexiva: no hay lugar para la disensión de opiniones, para la controversia: el planteamiento de alternativas pone en peligro la propia supervivencia del sistema. Tampoco existen el dolor y la tristeza: se les suministra constantes dosis de placer a través del Soma (droga que consumen sus habitantes), de las proyecciones de sensocine y de la educación en la práctica continua del sexo y de los deportes colectivos: no hay espacio para la soledad como acicate para ejercitar el pensamiento.

El Soma de nuestro tiempo es la televisión basura, el fútbol, las redes sociales, los videojuegos… Todo aquello que evada de la realidad, que aletargue sin suscitar reflexiones éticas y morales que puedan llevar a la acción y motivar cambios políticos ulteriores. El sensocine son las películas simplonas, plagadas frecuentemente de efectos especiales, ese cine que entretiene pero que no dice nada, construido sobre la base de pautas estrictamente comerciales.

A diferencia de 1984 (George Orwell, 1949), la libertad individual no es aplastada a través de la violencia física y del miedo, sino a través del condicionamiento innato y de la cultura del hedonismo.

Los personajes de Bernard Marx, Helmholtz Watson o John el Salvaje, son el contrapunto al hombre masa, al hombre incapaz de pensar más allá de lo que le dicen que tiene que pensar y que vive feliz en su ignorancia. A través de ellos, observamos la marginación, el aislamiento al que se ven condenados los diferentes, los que le plantan cara a la norma. El relato de Huxley es un discurso en defensa de la individualidad de la persona, de la libertad de expresión; un alegato en contra del pensamiento totalitario.

Un Mundo Feliz es una obra maravillosa, que absorbe, de las que abre puertas a la reflexión profunda y gravita en torno a temas capitales como la naturaleza humana, la cultura y la libertad; una muestra de Literatura con mayúsculas, una novela de poderosa actualidad.


FICHA 

Portada Un mundo FelizTítulo: Un mundo feliz

Autor: Aldous Huxley

Editorial: Grupo Editorial Tomo

Año de publicación: 1932

Año de edición: 2005

Nº de páginas: 222

 

 

 

Foto: thierry ehrmann

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