Soy Alcohólico y hoy no he bebido

Dionisio BacoEra una noche húmeda del mes de febrero, las luces mortecinas de las farolas se reflejaban en las losas de piedra que cubren las calles del casco antiguo de Santiago de Compostela. Llegaba tarde, tenía una entrevista a las 20:30 horas con la Asociación de Alcohólicos Anónimos, quería conocer un mundo que afecta a mucha gente pero que no tiene visibilidad pública, y sin embargo, es un tema grave que a todos debiera preocupar, no solo produce dolor a los alcohólicos sino a sus familias.

Era una reunión abierta, es decir, pueden ir personas ajenas a la Asociación. A esa hora, pocas eran las gentes que transitaban en la fría noche de la capital gallega. El punto de encuentro era la Iglesia de San Fructuoso, también conocida como la de las Angustias de abajo. En la puerta, ya esperaban un grupo de hombres y excepcionalmente dos mujeres, una de ellas acompañaba a su pareja, la otra pertenecía al colectivo. Nos saludamos con cortesía y penetramos en la robusta e histórica construcción ubicada detrás del edificio de Raxoi, sede consistorial del Ayuntamiento. Ya dentro, ante nosotros se mostraba una sala amplia cuyo protagonista era una mesa ovalada que ocupaba toda la estancia, entorno a ella, unas sillas que esperaban ser testigo, una vez más, de unas confidencias desgarradoras…

Las paredes, de piedra granítica, recuerdan y advierten el “porque” se está allí: folios blancos escritos en ordenador y colocados en forma horizontal, con un tamaño de letra muy visible, recorren la sala allá donde pueda escaparse la vista con eslogans: “Por la gracia de …Dios” “Piensa, Piensa, Piensa” “Primero es lo primero” “Lo que aquí se dice, aquí se queda”.

Nos invitan a sentarnos y da comiendo una lectura convenientemente seleccionada dentro de la bibliografía que el colectivo tiene de cabecera. El moderador explica que su función va rotando en cada ocasión, dice que la escucha es importante para seguidamente ceder la palabra a cada uno de sus compañeros otorgándoles un tiempo estimado de diez minutos, pero antes, puntualiza que la Asociación se mantienen solo con las cuotas de sus miembros y que su fin es ayudar a los que sufren alcoholismo.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

El primero en hablar se presenta, soy K. y soy alcohólico. A lo que todos contestan hola K.. Con convicción y soltura empieza a desgranar sus experiencias y meditaciones: la convivencia con su adicción, la búsqueda para una salida a su situación, la vergüenza de los primeros tiempos que asistía de forma furtiva a la Asociación(llegaba en taxi para camuflarse y no ser descubierto). El miedo a ser señalado…a llevar el estigma social. Añadió: “Cuando uno llega a un grupo de ayuda de alcoholismo no se reconoce en las palabras de los otros, tiene que pasar el tiempo para sentirte identificado. La pregunta es ¿por qué no puedo dejar de beber? ” Consultó su problema en varios lugares, un día, en una visita a su médico de cabecera le comentó que estaba asistiendo a la Asociación para dejar de beber, la doctora le dijo: “ ¡permíteme que te abrace! Hazte el favor a ti y a tu familia.” 

Respondiendo a la dinámica que acostumbramos ver y escuchar en las películas americanas, el moderador en suerte, recoge y da la palabra a otro socio.

Hola, soy A. y soy alcohólico. Respuesta de todos, hola A. Comencé a beber a los 13 años, he pasado por la cárcel, por el manicomio y casi llego al cementerio. El mucho dinero que he ganado era una maldición, pues lo empleaba para beber. Mi padre, ya era alcohólico, no tanto como yo… nunca pude tener una buena relación con él” Cuando mencionó a su padre el dolor inundó su mirada, su cuerpo que pretendía estar derecho se encorbó y su voz se hizo más tenue. Con una imagen cuidada y de porte elegante A. hace referencia a la Asociación de Alcohólicos con estas palabras “ Esto es para quién lo quiere, no para quién lo necesita…que es mucha gente”

Otro asociado, que asiste a las reuniones desde el mes de diciembre, referencia con profundo dolor » Después de dos años he recaído». Asegura que: “Sé que si cojo una cerveza, me bebería la caja entera”. 

Logotipo Asociación Alcohólicos Anónimos

 

 

 

 

 

 

 

 

La experiencia en la doble A, como ellos también denominan a Alcohólicos Anónimos, les permite abrirse, compartir sensaciones, pensamientos y sienten alivio al ser comprendidos por aquellos aquejados de su mismo mal, y que solo conocen por su nombre de pila, a veces falso. Pero todos tienen claro que su enfermedad será para siempre.

Poner freno a una adicción que a muchos les ha arruinado la vida: pérdida de dinero, familia, amigos e incluso la vida, es la lucha diaria de estos hombres y mujeres por vencer un impulso incontrolable, el alcohol. Una batalla que tiene que ganar la voluntad y donde no se puede bajar la guardia.

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