Como todos sabéis, el pasado 31 de julio, el futbolista del Real Madrid, Cristiano Ronaldo, compareció en los juzgados de la localidad madrileña de Pozuelo de Alarcón acusado de cuatro delitos contra la hacienda pública cometidos entre los años 2011 y 2014 a resultas de los cuales se desprende un presunto fraude tributario de 14,7 millones de euros.
Al parecer, y según se ha podido saber a través de las filtraciones de diversos medios de comunicación, en un momento dado de su declaración el delantero portugués aseguró que: “si no me llamase Cristiano Ronaldo, no estaría aquí sentado”.
Teniendo en cuenta la presunción de inocencia que asiste a todo el mundo en este país y el evidente derecho del jugador de manifestar ante el juez lo que estime oportuno, no puedo dejar de sorprenderme de que Cristiano achaque toda esta situación a su popularidad obviando que, según la denuncia del ministerio público: “creó una estructura societaria en 2010 para ocultar al fisco las rentas generadas en España por los derechos de imagen, algo que supone un incumplimiento voluntario y consciente de sus obligaciones fiscales en el país”.
Como madridista confeso que soy considero a Cristiano Ronaldo como el mejor jugador de la historia del Real Madrid sólo por detrás de Alfredo Di Stefano (sus más de 400 goles con la elástica blanca y su contribución a engrandecer las vitrinas del club son aval suficiente para corroborar esta afirmación).
Este hecho no es óbice para que, como ciudadano de este país, quiera que todos contribuyésemos al bienestar social de nuestros semejantes y dentro de este “todos” quiero incluir a los que más tienen como es el caso que nos ocupa.
Tampoco puedo entender por qué al astro portugués se le permite llegar directamente a las dependencias interiores de los juzgados en su vehículo particular y no a pie como a cualquier otro ciudadano (evitando así que esta imagen abra los informativos de todo el mundo, en lo que se ha dado en llamar “pena de telediario”).
Muchas veces, el ser hincha de un equipo hace que veamos de manera más indulgente este tipo de comportamientos por parte de nuestros ídolos y esta indulgencia hace que todo se minimice. Los futbolistas dejan de ser seres humanos, con sus virtudes y sus defectos, pasando a ser tratados como divinidades. Esto no trae nada bueno, como hemos podido observar en multitud de ocasiones.
Cristiano Ronaldo está ante el juez, no por ser quien es sino por el presunto defraude de casi 15 millones de euros a la hacienda pública. La justicia decidirá sobre su inocencia o su culpabilidad.