El Monasterio de San Martín Pinario es uno de los monumentos capitales de la ciudad compostelana, por esta razón dedicaré esta visita a completar dos artículos que también podréis consultar aquí: “Rodeando los muros de San Martín Pinario”, donde contemplaremos toda una fortaleza exterior, reafirmándose en sus muros una simbiosis entre la escultura y la arquitectura. El otro artículo “En el interior del Templo”, un camino hacia un mundo introspectivo, que centra la atención en la nave central capillas y retablos.
Julio/ 2013.–En este apartado comenzaremos situándonos de espaldas al impresionante altar mayor. Al echar un vistazo hacia el fondo observaremos la magnífica bóveda semi-plana del coro alto, desde donde salen dos brazos de balcones apoyados sobre grandiosas ménsulas con motivos vegetales, esta obra es atribuida a la escuela de fray Tomas Alonso y su fiel seguidor fray Gabriel de las Casas, realizada en el año 1685.
Los púlpitos nos dan la entrada para pasar detrás del altar mayor, y cual será nuestro asombro al ser presos por un espacio totalmente místico haciéndonos establecer un diálogo entre la profundidad de la sillería del coro y todos los elementos del contorno. Los ventanales forman pórticos perpetuando la luz como un resplandecer sobre la penumbra del espacio, los tubulares de los órganos pronuncian una extraordinaria verticalidad fundiéndose con la bóveda. El maestro Mateo de Prado es el gran ejecutor de la sillería coral terminada en 1674. La parte baja nos muestra escenas relacionadas con la vida de la Virgen, en la parte alta la orden benedictina, en el guardapolvo la vida de San Benito. En los órganos (siglo XVIII) interviene fray Manuel Rodríguez Carvajal. Es una pena que los órganos no podamos escucharlos, los mecanismos interiores fueron robados a principios del siglo XIX. EL altar está dedicado a San José.
Desde aquí nos dirigiremos hacia la exposición museística del monasterio pasando antes por una antesala hasta la Sacristía del siglo XVIII, una verdadera joya de Fernando de Casas y Novoa , otra vez el maestro crea un espacio de proporciones armoniosas, utilizando la cúpula como elemento dominante y base de cruz griega . Sobre las pilastras en los angulares los cuatro Evangelistas y las virtudes teologales son esculturas de Ferreiro. Toda la obra se complementa con los muebles de la cajonería y los 16 cobres flamencos, podían ser de la escuela de Rubens.
Cobres Flamencos
Una escalinata nos conduce a la parte superior, acceso hasta el coro alto. Es aquí donde reside otra de las maravillas de este Monasterio El Coro Ligneo, el coro de la Catedral Compostelana, sin duda una de las obras más importantes de transición del manierismo al primer barroco español de los maestros Juan Davila y Gregorio Español. Este coro sustituyó en el siglo XVII, al los sitiales pétreos del siglo XII del maestro Mateo. El coro Ligneo sufrió una serie de desafortunados avatares, provocando un grave deterioro a lo largo del tiempo. En el año 1945 fue trasladado al Convento de San Martín para más tarde ser nuevamente trasladado al Convento de Sobrado de los Monjes. En el año 2004 se hace una magnífica restauración financiada por la fundación “Caixa Galicia”, ubicándolo en el sitio actual. Es una obra escultórica de carácter manierista, representando a santos, profetas y escenas bíblicas.
Desde aquí pasaremos por la puerta de la izquierda para llegar a la Botica
Antes del siglo XV, había pocos centros sanitarios, de este modo, los monasterios cumplían una función fundamental para curar a los peregrinos a lo largo del camino de Santiago. En la Botica se conserva muy bien parte del botamen, hay piezas que fueron realizadas en Talavera de la Reina en el siglo XVII, otras son del XVIII y el XIX, algunas de las piezas llevan el escudo del Monasterio. Aquí terminaremos esta parte del Museo del Monasterio para dirigirnos hacia el exterior e introducirnos por la puerta que da entrada a la Hospedería en la Plaza de la Azabachería, haremos un paseo por el Claustro de las Oficinas, desde aquí el antiguo monasterio tenía el acceso a la cocina, refectorio y sala capitular.
Las trazas de este claustro son del granadino Fernández Lechuga, se trata de un plano en forma de rectángulo adornado con pilastras estriadas pasando en el segundo tramo a pilastras con casetones. Desde aquí podemos contemplar la torre del campanario. La Escalera del Claustro de las oficinas es del año 1681, posiblemente de la escuela de fray Tomás Alonso. La baranda nos muestra una rica ornamentación de rostros, grotescos, vegetales…pero, si miramos hacia arriba, toda nuestra atención quedará cautivada por la Cúpula Octagonal, increíble obra de cantería en granito, la linterna provoca un esparcimiento de luminosidad áurea ocre, posándose sobre los tallados pétreos. Complementan en esta obra los escudos de las diferentes Órdenes militares sostenidos por imágenes fantásticas, escudos de Castilla y León, el Toisón de Oro, angelotes con emblemas de nobles y religiosos. Finalmente la voluminosa escenografía de granadas (o piñas), racimos y trenzado de follaje, cierran este conjunto entre Escalera y Cúpula.
Por último pasaremos por el Claustro de la Portería finalizado sobre el año 1748 por Fernando de Casas y Novoa teniendo en cuenta los planos de Fernández Lechuga. Pares de columnas gigantescas apoyadas sobre enormes basamentos y rematadas por la cornisa y pináculos. La hermosa fuente hace de florón central, sobre el mantel de piedra. Esta fuente es atribuida al taller de fray Gabriel de las Casas. Así pues, damos por terminado el recorrido al Monasterio de San Martín Pinario. No quisiera olvidar hacer mención y mostrar mi agradecimiento a Eloy, César y Pensado, todos ellos ex seminaristas en los años 70, que tuvieron la amabilidad de abrirnos este templo y acercarnos con sus ilustraciones a esta importante obra de San Martín Pinario. En aquella época el edificio estaba en unas condiciones lamentables, las restauraciones que se han llevado a cabo nos permiten hoy, poder disfrutar de la obra en todo su esplendor.
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