Manuel Quiroga (Pontevedra, 1892) fue un violinista español que alcanzó gran renombre internacional en su tiempo, siendo considerado junto con Pablo Sarasate y Juan Manén, uno de los más grandes violinistas españoles de la historia.
Su sobrina-nieta, Milagros Bará Viñas, trabaja afanosamente en la difusión de su obra. Es depositaria de su legado epistolar inédito cuidadosamente guardado a lo largo de los años, a la espera de su publicación. En esta entrevista nos habla de su tío.
P: ¿Dónde nació la vocación musical de Manuel Quiroga?
R: Posiblemente de que su hermano Carlos, que tocaba el violín de pequeño. Manolo tocaba la bandurria y se pasó al violín. Un factor importante para la continuidad de su carrera fue su padre, quien apoyó de manera decidida y extraordinaria, para la época, la carrera artística de su hijo.
P: Su tío cimentó su carrera en ciudades como Madrid, París o Nova York. ¿Qué recuerdos guardaba de todos estos viajes y experiencias?
R: Pues lo que contaba eran muchas anécdotas. Conoció a los más importantes músicos de la época. Fritz Kreisler, cuando escuchó a Manolo tocar sus obras comentó que le iba a resultar difícil volver a tocarlas. La prensa le adoraba. En París toda la nobleza de la época se lo rifaba para estar cerca de él.
P: Su prestigio estuvo a la altura de figuras de la talla de Pablo Sarasate. ¿Era consciente de su trascendencia a nivel internacional?
R: Manolo no se llegaba a creer el éxito que tenía. Pero lo cierto es que su elegancia en el escenario, su técnica, su modo de interpretar y, fuera de los escenarios, lo sociable, divertido y por qué no decirlo guapo, hicieron de él un fenómeno de masas en la época.
P: En 1937 sufre un accidente de circulación que lo acaba retirando de los escenarios. ¿Cambió mucho a raíz de este hecho?
R: Básicamente le cambió el carácter. Pasó de tener mucho sentido del humor y un carácter vitalista a ser una persona atormentada durante años por su imposibilidad de hacer lo que más le gustaba: tocar el violín. Se volcó en la pintura y caricatura, aficiones para las que tenía excepcionales cualidades.
P: Estamos ante uno de los ciudadanos pontevedreses más ilustres. ¿Cree que Pontevedra ha reconocido suficientemente la figura de Manuel Quiroga?
R: Manolo no fue profeta en su tierra. El largo periodo de inactividad, en vida, contribuyó al olvido. Respondiendo a la pregunta, no. Hay mucha gente todavía que no sabe quién era, esa es la prueba de que algo no se está haciendo bien. Lo que no se conoce no existe.
P: ¿Cómo era Manuel Quiroga en el ámbito familiar?
R: La familia era muy importante para él como hijo y emigrante. Mi abuela era su hermana y como única mujer siempre le traía regalos de todas partes del mundo. Siempre que podía viajaba a Pontevedra para estar con su familia y amigos. Era cariñoso, generoso y divertido. Le gustaba contar anécdotas de sus viajes que todos escuchaban embobados.
Escribió durante toda su vida a sus padres. Sus cartas son muy entretenidas con expresiones gallegas, mucha ironía, y multitud de anécdotas.
Manolo escribía en cualquier parte, desde hoteles, barcos, etc. excepcionalmente utilizaba los telegramas o el teléfono. Gracias a que no existían los medios actuales, han llegado estas joyas hasta nosotros.
Escribía con muchísima frecuencia y a veces recibía reprimendas de su padre si no lo hacía.
Habla básicamente de sus estudios, viajes, conciertos, en una palabra de su carrera musical y del contexto histórico.
Hola, desde Valencia, he visto el excelente trabajo que habéis hecho sobre Quiroga. Enhorabuena!!!