La caza del próximo “mirlo blanco”

Bueno pues la temporada 2016-2017 ha llegado a su fin. Los títulos están repartidos y el eterno desfile de vencedores, vencidos, héroes, villanos y demás actores de este “circo del balón redondo” se detiene por espacio de unas pocas, muy pocas, semanas.

Llega el tiempo de los fichajes y “ficherios” de cada verano. Todos asumimos y esperamos que los equipos, dentro de sus posibilidades, hagan un esfuerzo por ofrecer a sus aficionados la mayor cantidad de ilusión posible en forma de crack rutilante.

Pero junto a los nombres de esas figuras consagradas que todos codician y de los que se suele decir que son capaces de decidir partidos y campeonatos “por sí solos”, los clubes ponen cada vez un mayor empeño en encontrar esa joven promesa que está destinada a “dominar los próximos veinte años del fútbol mundial” antes de que lo hagan sus competidores.

El último ejemplo de “mirlo blanco” depositario de la fórmula del éxito, es el joven brasileño Vinicius Jr.
Este producto de la cantera de uno de los clubes más grandes de Brasil como es el Flamengo, es un media punta o segundo delantero que, al parecer, posee los recursos técnicos de su compatriota Neymar pero que además les agrega una potencia física superior a la del jugador azulgrana (claro está que una cosa es la expectativa y otra la realidad contrastada de una estrella como Neymar que ya ha demostrado sobradamente su valía al más alto nivel).

Han bastado un par de actuaciones destacadas en torneos de formación, tanto en las categorías inferiores de su club como de la selección canarinha, para que todos los grandes del viejo continente se lanzasen a por el fichaje de la nueva joya de la corona.

Finalmente, el Real Madrid se ha hecho con los servicios del prometedor atacante en dura pugna con entidades como el Barcelona, Manchester City y demás trasatlánticos del fútbol europeo.

Lo noticiable del hecho es que el club de Concha Espina ha pagado al Flamengo la friolera de 45 millones de euros por un futbolista de apenas 16 años que, en el momento que se produjo el traspaso, aún no había jugado ni un sólo minuto como profesional en el campeonato brasileño.

Evidentemente si Vinicius llega a Madrid dentro de dos años, fecha en la que desembarcará en la capital española una vez cumpla la mayoría de edad, y “la rompe” haciendo buenas las más optimistas de las predicciones de los gurús del talento, nadie va a reparar en tan desproporcionada cifra.

Aun así no deja de ser paradójico y, a la vez preocupante, que hoy se pague por un juvenil sin bagaje profesional lo que se pagó hace apenas 14 años por uno de los más grandes jugadores de todos los tiempos (en la temporada 2003-2004 el Real Madrid pagó al Inter de Milán 45 millones de euros para hacerse con los servicios de Ronaldo Nazario).

El de Vinicius no es más que el último ejemplo de la carrera desaforada por encontrar un nuevo Leo Messi en los semilleros de medio mundo. Casos como los de Gabriel Jesús, el sueco Isak, al que apodan como “el nuevo Ibrahimovic”, o el noruego Martin Odegard dan idea del nivel de histeria que se genera a la caza del gran “mirlo blanco”.

De todos es sabido que en el deporte profesional el dinero ni se destruye ni se transforma, simplemente cambia de manos en un tráfico de material humano que no siente ni padece y eso puede ser funesto para todas estas futuras estrellas.

Esperemos que estas expectativas tan exageradas en chicos que a duras penas han entrado en la adolescencia, no les arruinen la carrera y la vida convirtiéndoles en integrantes de la galería de juguetes rotos que corre paralela al gran espectáculo del fútbol.

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