En los últimos días el mundo se ha vuelto a encontrar en las primeras páginas de los periódicos expresiones como “golpe de estado” o “dictadura” (el intento fallido de levantamiento militar contra el gobierno de Erdogan en Turquía tiene la culpa) que tantos recuerdos trae a una generación de españoles.
Este hecho ha devuelto a mi memoria uno de los ejemplos más admirables de la implicación social que puede alcanzar algo tan, a priori, apolítico como es el fútbol.
Con Brasil inmerso en una dictadura militar (que duró desde 1964 hasta el año 1985) a principios de la década de los 80 llega a la gerencia del Sport Club Corintians Paulista, uno de los clubes más populares del país, Waldemar Pires. De la mano de este, asume la gerencia del “Timao”, Adilson Monteiro Alves. Este joven sociólogo trajo una innovadora manera de llevar todos los asuntos del club, desde fichajes a simples cuestiones del día a día, que no era otra que escuchar a todo el mundo como si de una asamblea abierta se tratase.
En su presentación ante el equipo, Adilson dijo: “el país lucha por la democracia. Si lo logra, el fútbol quedaría al margen porque aún en los países democráticos el fútbol es conservador. Tenemos que cambiar eso”. De entrada, los futbolistas se quedaron perplejos pero pronto asumieron la idea. Ahí se inició la “Democracia Corinthiana”.
Uno de los líderes del vestuario y el mayor defensor de esta forma de gestión fue Sócrates Brasileiro Sampaio de Souza Vieira de Oliveira, más conocido por Sócrates. Reconocido intelectual y activista de izquierdas, el Doctor, apodo derivado de su condición de médico, fue un finísimo futbolista que maravilló al mundo junto al resto de sus compañeros en el Mundial de España 82 (aunque no ganasen la competición). Al margen de en la canarinha Sócrates jugó en clubes como Botafogo, Corintians, Fiorentina, Flamengo y Santos.
Esta autogestión de la plantilla, llevó al Corintians a imprimir en su camiseta slogans contra la dictadura como «diretas-já» (elecciones ya) o «eu quero votar para presidente» (yo quiero votar para presidente). Esta actitud molestó mucho a los jerarcas militares. Tanto fue así que un alto mando, el Brigadier Jerónimo Bastos, pidió públicamente al club que moderase su postura.
En el plano puramente deportivo, Corintians llegó a la semifinal del campeonato brasileiro de 1982, y conquistó el campeonato paulista en 1982 y 1983. Además, durante el período de autogestión, el “Timao” consiguió sanear toda su deuda, dejando incluso una reserva en caja de 3.000.000 dólares para el siguiente período.
A partir del año 1984 las condiciones del fútbol brasileño cambiaron y eso, unido a una serie de malos resultados, fue debilitando a la Democracia Corintiana hasta convertirla en un grato recuerdo.
El propio Sócrates recuerda así esta etapa de su carrera: “jugué los mundiales del 82 y 86 en una maravillosa selección. Conocí el calcio en la Fiorentina. Fui técnico. Sigo siendo médico. Escribo crónicas para un diario deportivo y poemas que ponemos en canciones con amigos músicos. Pero esa época fue la más exaltante de mi vida. Dos años y medio que valen por cuarenta años de felicidad”.
Como todas las cosas en esta vida, a la Democracia Corintiana no le faltaron detractores. Así Emerson Leão y Rafael Cammarota, ambos porteros, dirían posteriormente que: “de democracia no tenía nada. Era un buen movimiento para quienes lo manejaban, mientras los demás aplaudían. Tenía cuatro traidores Sócrates, Wladimir, Casagrande y, por supuesto, Edilson Monteiro”.
De una u otra forma, esta experiencia ha quedado como un caso único y enriquecedor en la, casi siempre, conservadora historia del fútbol.