Carlos Sampedro, dueño de la Librería Universitas, recuerda con nostalgia los viejos buenos tiempos. “Los martes de Carnaval solía abrir la librería después de la cabalgata. Había muchísima gente por la calle tomando el chocolate, los primeros años abría sobre las siete, la librería se llenaba. Había un atlas en inglés, creo que se llamaba Time Real… no lo recuerdo bien, que valía doscientos euros. El detalle del atlas era excepcional. En Carnaval solía vender un ejemplar, no sé el motivo. Era curioso. Son cosas que te quedan en el recuerdo”, explica.
Sampedro es un enamorado de los los libros. Seguro que, al igual que Jorge Luis Borges, siempre imaginó que el Paraíso sería algún tipo de biblioteca. Lector empedernido desde la adolescencia fue esa pasión por los libros la que lo llevó a montar la librería Universitas. Ahora, tras 22 años, traspasa su librería porque está, según sus propias palabras, en una situación en la que no puede subsistir. Cree que el resto de librerías de la ciudad lo tienen muy negro aunque algunas se empeñen en decir que “esto mejora”.
“Ya en los últimos años se venía notando un bajón de las ventas producto de varias cuestiones: el desarrollo tecnológico, Internet, las nuevas tecnologías, el libro electrónico… una serie de cosas que poco a poco van horadando el mundo del libro”, explica Sampedro. Sin embargo, el golpe definitivo fue la crisis económica que comenzó en 2008. “Todos los negocios estamos hundidos en la miseria. Algunos lo disimulan como pueden: tirando de los ahorros, de la familia. Se va aguantando pero todo el mundo está hundido”, dice sin tapujos el propietario de Universitas.
En los últimos tres años, Santiago ha visto como cerraban sus puertas varias librerías: Abraxas, Aula 25, Libredón y María Balteira. Incluso, poco antes de la crisis de 2008, la histórica librería Galí, considerada la más antigua de Galicia, echó el cierre dejando vacío el local que ocupaba en la rúa do Vilar.
La presidenta de la Federación de Libreros de Galicia, Pilar Rodríguez, es consciente de que “la fórmula del pequeño comercio vive malos tiempos” porque la gente busca “otras fórmulas comerciales como la compra por Internet”. A pesar de que el panorama actual se presenta muy negro, Rodríquez opina que el sector de los libreros “es el que más resistió la crisis” ya que en los últimos seis años han cerrado muchos negocios (bares, restaurantes, tiendas de ropa, cines, zapaterías) pero “las librerías comienzan a cerrar ahora”.
Hay varios factores que explican el declive y cierre de la librerías. A la crisis hay que sumar la competencia de las grandes áreas comerciales o la proliferación de los bancos de libros.
Los manuales escolares
La venta de manuales escolares suponía el 10% de la facturación anual de la Librería Universitas. El desplome del número de ventas constituyó un enorme varapalo para el negocio. Sampedro tiene claro que las grandes superficies han perjudicado al pequeño negocio porque “tienen la ventaja de contar con un grupo financiero detrás, con una gran empresa que les permite hacer una política agresiva que nos perjudica”. Añade sin acritud que “es evidente que El Corte Inglés puede hacer un descuento en los libros porque lo compensa con otras ventas, nosotros no podemos hacer eso. Carrefour, Alcampo… ellos pueden hacer esas ofertas y descuentos pero los demás nos vemos perjudicados”.
Desde la Federación de Libreros de Galicia auguran una campaña nefasta. Su presidenta también cree que la venta de segunda mano en Internet, las ofertas de las grandes áreas comerciales y los bancos de libros están abocando a muchas librerías al cierre. Rodríquez explica que muchas librerías dejaron de trabajar los libros de texto porque “no salía rentable”.
La portavoz de los libreros gallegos sostiene que los bancos de libros son necesarios porque “si la gente no tiene dinero para usar unos libros es normal que lleven libros usados” pero alerta de que algunas veces se abusa de este tipo de bancos, un recurso que debería ser para aquellas familias que no pueden costearse los libros de texto. “Los libreros estos días vemos auténticas tragedias. Las familias vienen con la lista de los libros y las situaciones son muy complicadas. Volvimos al fiado, al pagar poco a poco. De ahí que las pequeñas librerías seamos capaces de ir capeando el temporal.”, explica Rodriquez.
La presión que ejercen las grandes áreas comerciales también se hace evidente. Lo cierto es que para un librero es imposible ofrecer promociones como las de Carrefour que financia la compra en 3 meses sin intereses y que afirma que si encuentras los libros de texto más baratos te devuelve 10 veces la diferencia (leer la letra pequeña). Además, las grandes superficies como El Corte Inglés te permiten realizar la compra online, un plus que difícilmente puede proporcionar una pequeña librería.
La reducción de ventas de los textos universitarios
“No se venden ni la décima parte de los manuales que se vendían antes porque ahora los estudiantes pueden conseguir esa información de otra manera como Internet, por ejemplo”, comenta Carlos Sampedro.
Santiago de Compostela es una ciudad universitaria pero lejos quedan los tiempos en los que la localidad albergaba 42.000 estudiantes (1997). El curso pasado la cifra se situaba en poco más de 22.000. Sampedro afirma que esta reducción en el número de universitarios ha convertido la ciudad en un páramo. “Antes los restaurantes estaban lleno, todos los pisos del Ensanche estaban alquilados. Había dinero para gastar. Todo funcionaba”, explica. “Ahora todo está vacío porque hay menos estudiantes, porque hay demasiados campus en Galicia y porque aunque estudies en Santiago ya no es necesario vivir aquí. Eso ha hecho mella en todos los negocios”, sentencia el dueño de Universitas.
Thomas Carlyle decía que “la verdadera universidad en nuestros días consiste en una colección de libros”. Hoy por hoy todo se encuentra en Internet, ya no es necesario comprar un manual y si lo haces, lo puedes encontrar de segunda mano en alguna página web.
El futuro
¿Hay luz al final del túnel? La portavoz de los libreros gallegos, Pilar Rodríquez, dice que no la ve. “No la veo yo ni nadie”, afirma. “Yo quisiera que el futuro fuera bueno. Creo que peor de como está es imposible pero siempre hay un empeoramiento según los datos.” comenta y resignada añade que “el futuro es chungo pero tenemos que pensar que será bueno”.
Y a pesar de tanta oscuridad, en Santiago encontramos un resquicio de esperanza: la librería Cronopios. Nos cuentan sus empleados que desde el año pasado el flujo de compradores ha aumentado y que, aunque son un negocio joven, ya cuentan con una clientela habitual.
El modelo de Cronopios se basa en ofrecer actividades como talleres de escritura, encuentros con los autores, club de lectura o cuentacuentos. Eso acerca al cliente potencial a la librería, algo que acaba forjando un vínculo entre el lugar y el lector habitual. Esa cercanía permite “tener un trato más personal y eso hace que recomendar sea mucho más sencillo”, dicen los empleados. La ventas van bien, aseguran. “Vendemos mucho infantil y la novela también sale muy bien. La gente se inclina por la novedades. Las tres bodas de Manolita, por ejemplo, se ha vendido muy bien”.
¿Será éste el paradigma a seguir por la librerías? Tendremos que esperar un tiempo para saberlo. Mientras tanto, más y más librerías cierran sus puertas. Sin ir más lejos, este lunes la librería Quijote de Ferrol “cerró por melancolía” tras 47 años. Su propietario, José Luis Santalla, tampoco podía continuar adelante con el negocio. Un caso similar al de Carlos Sampedro y Universitas. Suele decirse que uno es accidente, dos es coincidencia, tres es patrón. No tardarán en cerrar más librerías.
La Librería Cronopios tiene su sede en Pontevedra capital, en el centro de la ciudad, en la que abrió hace unos 5 años en plena crisis. Gracias a sus buenos resultados, luego abrió en el centro regional de la UNED de Pontevedra, en el barrio de Monteporreiro y finalmente abrió una delegación en Santiago de Compostela.