Esta temporada el R.C. Celta de Vigo regresará a las competiciones europeas después de una larga ausencia ya que la última presencia más allá de los pirineos del conjunto celeste data de la temporada 2006-2007 (jugó la UEFA Europa League al igual que hará en la presente edición). Este hecho coincide con una efeméride muy especial para todo el celtismo.
En el verano de 1996 aterrizaba en Vigo, casi de incognito, Aleksandr Vladímirovich Mostovói. Este ruso con un carácter un tanto especial llenó el Estadio Municipal de Balaídos de un fútbol sublime nunca visto en la ciudad olívica y llevó al Celta, en compañía de grandísimos futbolistas como Mazinho, Valeri Karpin, Gustavo López, Haim Revivo o Claude Makélélé, a las cotas más altas de su historia.
Nacido en Leningrado (actual San Petersburgo) el 22 de Agosto de 1968, Mostovói destacó en el Spartak de Mocú. Con el equipo del ejército ruso, Aleksandr ganó dos ligas de la antigua URSS y dejó constancia de su infinita clase y del entendimiento casi telepático que poseía con su amigo Valeri Karpin que tanto rendimiento daría en Vigo.
Tras dejar su país, “El Zar” militó en el Benfica portugués, en el Caen y en el Estrasburgo. Según el mismo ha reconocido en una entrevista publicada recientemente en La Voz de Galicia: “estaba a gusto en el Estrasburgo y quería quedarme. Pero los directivos no quisieron mejorar el contrato, aparecieron ofertas y me dijeron que o encontraba equipo en una semana o seguía allí. No sé cómo, apareció el Celta”.
Aunque sus inicios en Vigo no fueron muy alentadores (el jugador se sorprendió de las precarias instalaciones del Celta en aquellos años) poco a poco se fue adaptando a la ciudad y al equipo. En la temporada 1997- 1998, a los mandos de Jabo Irureta, el Celta se clasifica para disputar la Copa de la UEFA.
Al año siguiente, coincidiendo con la llegada de Víctor Fernández al banquillo de Balaídos y la consolidación de un gran grupo de futbolistas para respaldar la magia de “El Zar”, el equipo celeste se instauró en zona europea y brindó auténticas orgías futbolísticas a su parroquia.
Superpotencias europeas y españolas eran avasalladas sin misericordia por un “Ballet azul” que no sabía de respeto a la aristocracia. Real Madrid, Benfica, Aston Villa, Liverpool, Juventus de Turín,… salieron de Balaídos con correctivos de dimensiones épicas. Para quien esto escribe son espacialmente emotivos el 7-0 al Benfica (exhibición de pases al hueco de Mostovói) y el 4-0 a la Juve pues fui uno de los privilegiados que los disfrutó en directo en el estadio vigués.
No sólo en casa se bailaba el fútbol, estadios míticos como Villa Park en Birmingham o Anfield Road en Liverpool vieron pasar el vendaval de aquel equipo.
A pesar de esto, el Celta no consiguió alcanzar la Champións con el técnico maño y es su sustituto en el banquillo, Miguel Angel Lotina, quien dota de “practicidad” al juego del equipo y se clasifica para disputar la máxima competición continental en la temporada 2003-2004.
La brillante campaña europea (eliminado por el Arsenal en octavos de final) lastra al equipo en liga y se consuma el descenso a segunda división. Este hecho propició la marcha de Mostovói al Alavés y el final de algo maravilloso.
En el debe del genio de San Petersburgo cabe reseñar el hecho de que tan sólo pudo llevar a las vitrinas de Balaídos una Copa Intertoto (2000) tras perder con el Real Zaragoza en el año 2001 una final de la Copa del Rey a la que los celestes llegaron como indiscutibles favoritos.
Otro de sus puntos conflictivos era su carácter. Fruto del mismo se produjo un triste episodio en el campo del Sporting de Gijón en 1997, en el que abandonó el terreno de juego aduciendo una lesión, siendo recriminado y vuelto a poner sobre el césped por su capitán en aquel entonces Patxi Salinas.
Pese a todo, los amantes del fútbol siempre estaremos eternamente agradecidos a “El zar de Balaídos” y añoraremos su forma de entender este maravilloso invento.