-“Tac tac tac”
Suena, en el borde de tu ventana, la sombra de un inesperado, misterioso golpear
-¿Hola?
Pregunta alguien desde dentro, un poco asombrada de tan gran misterio,
y es que hoy en día ya no se toca la puerta al entrar,
se ha perdido la decencia y todo va en decadencia de valores y modales que tanto ayudan a enamorar.
José es un chico que como muchos ha encontrado en la música un refugio en horas de ocio.
José, a quien sus amigos conocen como “Duende” comenzó a sentir atracción hacia la música gracias a su padre…
“De pequeño veía a mi padre tocar el piano en casa de mis abuelos cuando íbamos a visitarlos los domingos. Cuando lo acompañaba al taller donde trabajaba reparando televisores y ahí, un amigo suyo, a veces sacaba una guitarra y me maravillaba al escucharla sonar. Más tarde, con un viejo teclado, mi padre nos enseñaba a mi hermano y a mí lo que era un acorde, y la diferencia entre un acorde mayor y menor, me pasaba horas sentado con los auriculares y los ojos cerrados escuchando música instrumental, y sin saber nada, sin tener ningún conocimiento racional sobre la música iba distinguiendo algunos instrumentos como el bajo, un sintetizador, la guitarra, entre otros.
Visualizaba paisajes, sensaciones y colores al intentar «ver» esos abstractos estímulos sonoros; creo que nunca oiré de nuevo la música de una forma tan arrebatadora, maravillosa y misteriosa como de aquella, cuando no sabía nada”. Explica Duende.
Compré mi primera guitarra española a eso de los quince años y empecé a aprender música más en serio: me junté con amigos que tenían las mismas inquietudes y así fue como formamos nuestro primer grupo de chavalines.
José se graduó en Ingeniería Forestal, y al igual que muchos graduados se quedó sin oportunidad de ejercer su carrera universitaria debido al paro, que sigue afectando a miles de familias en España.
Debido a eso comenzó a ganarse la vida gracias a sus conocimientos musicales.
“Empecé a tocar en la calle por ir haciendo algo mientras estaba sin trabajo, fue así como conocí a un grupo de chicos cubanos, venezolanos y gallegos. Un día mientras tocábamos en la calle nos unimos e improvisamos se convirtió en Son da Rúa e as Ovellas Neghras, un grupo de calle que durante más de un año era la bomba en las calles de la zona vieja de Santiago de Compostela.
«La música se convirtió, de pronto, en la única actividad que paga mis facturas y mantiene mi independencia”
Al igual que muchos de nosotros, Duende nos cuenta que: “Desde siempre me he sentido atraído apasionadamente por demasiadas cosas distintas entre sí, la física experimental por ejemplo…al final mi vida ha sido una constante huida hacia adelante, probando pedacitos de todo, porque no tengo suficientes vidas para poder dedicarme a todo lo que me gustaría”
Actualmente Duende toca en un grupo llamado Brinkadelia Troupe y en Charanga Mekanika. Pero no excluye participar esporádicamente en proyectos a los que sea invitado.