Crítica a la revolución digital

El mito digitalPara alguien que vive inmerso en la era del frenesí tecnológico y que se dedique, o quiera dedicarse, al periodismo la lectura de El mito digital constituye una mirada crítica tan fundada como razonada a los avances digitales. Una de las frases que los autores escogieron para iniciar el libro es muy clara con respecto a las intenciones de la obra:

El libro que el lector tiene en sus manos pretende proceder a una desmitologización de ciertos temas e ideas que se han acuñado sobre el periodismo en su relación con las tecnologías digitales, y en especial con Internet

Resulta de lo más sugestivo aproximarse a la obra de Núria Almiron y Josep Manuel Jarque, ambos profesores del Departamento de Periodismo de la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB), pues su desmitificación de las nuevas tecnologías digitales, especialmente de Internet, ofrece al lector una perspectiva crítica sobre la llamada revolución digital. Por desgracia, el discurso predominante entorno a las tecnologías digitales es hegemónico. Hay pocas voces discordantes dentro del conjunto y muchas de esas voces suelen ser ignoradas, acalladas o apartadas. Tanto los medios de comunicación como los espacios académicos de nuestra era han mitificado el impacto, el uso y las posibilidades que nos ofrecen los avances tecnológicos. No han sido los únicos ámbitos que han apoyado esta línea discursiva; el ámbito político y el sector económico-empresarial también se han afanado en “vender” esta idea al conjunto de la población.

Si creemos que la tecnología será el motor que en el futuro promueva el cambio social, el progreso y la democracia universal no somos más que meros reproductores de este mito contemporáneo. Es más, ese manido y tantas veces repetido discurso es el que, de facto, impide que dichos cambios se sucedan. Es necesario analizar con detalle el “mito digital” y derrumbarlo para poder aprovechar de verdad la potencialidad de lo digital. La humanidad no será capaz de explotar sus puntuales logros científicos si no los desmitifica. Ese futuro donde todos formaremos parte de la llamada Sociedad de la Información no es más que un espejismo. El mito tecnológico promete dar solución a problemas sociales; más educación, trabajo y democracia, si todos circulamos por las autopistas de la información. La tecnología no es el camino hacia los cambios políticos, sociales y económicos que auguran un futuro mejor, es una herramienta y debe entenderse como tal. Si no se usa de manera adecuada, si no se conocen bien sus fuerzas y debilidades, no será útil y nos hará perder tiempo, dinero y fuerzas. 

El discurso mitagógico no es más que una reiteración de tópicos, un refrito de viejas promesas. El discurso digitalista alcanzó en los noventa todos los rincones del planeta gracias a Bill Gates, quien vulgarizó y acercó el mito al gran público. Pero no fue el único que influyó en la construcción del mito, el segundo capítulo del libro se encarga de repartir responsabilidades entre gente como Marshall McLuhan, Sherry Turkle, Esther Dyson, Don Tapscott, Nicholas Negroponte o fundaciones como Progress and Freedom Foundation. Libros, ensayos, informe, etc… ensalzan el mito y curiosamente han acabado por conformar un círculo cerrado de autores que se citan los unos a los otros.

La obra nos recuerda que no es la primera vez que esto sucede, existen variados precedentes históricos. En el pasado todo avance científico vino acompañado por un discurso mitagógico. La televisión, la radio, el telégrafo, el teléfono… y todos esos “mitos” tienen ciertas pautas comunes como por ejemplo su carácter ahistórico y apolítico, la imposibilidad de detener el cambio o la inevitabilidad de la evolución. Vincent Mosco lo expresó mejor al decir:

La misma época de abundancia que nos proporcionó bombillas eléctricas y automóviles Ford nos ofrece ahora ordenadores, satélites de comunicaciones, cable coaxial y televisión. Según la fantasía dominante, las combinaciones de estos productos darán a las masas la oportunidad de aprender, comprar, utilizar los servicios bancarios, trabajar, jugar y en general enriquecer sus vidas sin siquiera abandonar la sala de estar de su casa.

Los autores se preguntan a quién beneficia ese mito, quién lo mantiene, quién lo promueve, qué intereses hay detrás. La respuestas no son simples pero el libro logra dibujar con precisión las líneas maestras que sustentan al mito. Este discurso hegemónico está estrechamente vinculado con el capitalismo -modelo económico- y con el neoliberalismo -pensamiento político-. Estamos ante una obra que nada a contracorriente en lo referente a su visión de las nuevas tecnologías.

Uno de los apartados que más me llamó la atención fue la infección mitagógica dentro del ámbito académico. Ello ha propiciado la aparición de asignaturas, estudios, cursos, etc…. sobre periodismo digital y nuevas tecnologías. Es evidente que la incorporación de estas asignaturas y cursos no siempre ha seguido un camino lógico porque no se ha reflexionado en la potencialidad de esas tecnologías, unas tecnologías que por cierto se mantienen en un estado permanente de cambio. Tampoco se ha analizado la oferta laboral para esos nuevos expertos ni el uso que los estudiantes le dan a esa formación. Claro está que la formación es necesaria, pero tal vez se han equivocado y va siendo hora de cectificar ciertos planes de estudios porque, según auguraba Merayoel profesional del futuro será muy diferente:

Nos encaminamos hacia un nuevo mundo que requerirá profesionales de la información muy diferentes: profesionales no con muchos conocimientos sino con criterio, con creatividad y con honradez. Por eso tenemos que reinventar y reconstruir nuestro concepto de educación, adaptándolo a un mundo en el que los alumnos no solamente reciben conceptos sino que los crean y los transmiten a los demás. El reto en el futuro de la docencia ya no será suministrar instrucción universitaria, sino proporcionar las claves para poder encontrar la información más fidedigna, comprenderla y transmitirla adecuadamente

Los medios de comunicación, en tanto que difusores del mito,  también son criticados en las páginas del libro porque, en muchos casos, se dedican a dar alas a las falsas promesas tecnológicas aunque sea evidente que son imposibles. Además, llama la atención la forma en la que los profesionales de los medios se autoconvencen sobre el efecto rupturista que lo digital ejerce sobre su actividad laboral. El mito se extiende por las redacciones llegando a implantar la idea de que la tecnología ofrece mayor libertad de opinión y de acceso a la información, que facilita la difusión y la creación de contenidos. Se apoya esta idea en que ahora, gracias a lo digital, el periodista puede disponer de muchas más fuentes que antes y de ese modo puede contrastar la información. Pero no es cierto que el trabajo en un entorno digital mejore la calidad de la información, ni que las noticias se vuelvan más plurales, ni que la ética vaya a inundar la red. Según los autores del libro lo que los profesionales de los medios están haciendo es “desplazar de forma falaz la responsabilidad y compromiso social del periodista en la construcción de la noticia hacia la tecnología con la que trabaja”.

Por el interesante y somero análisis que hacen del tema y de la realidad digital imperante en nuestro tiempo,  considero fundamental la lectura de esta obra.

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Ficha

Título: El mito digital. Discursos hegemónicos sobre Internet y periodismo

Autor: Núria Almiron y Josep Manuel Jarque

Editorial: Anthropos

Año de publicación: 2008

Nº de páginas: 194

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