Cine clásico: Un tranvía llamado deseo

Fotograma de un tranvía llamado deseo
Vivien Leigh y Marlon Brando en una escena de Un tranvía llamado deseo

«Un tranvía llamado deseo engancha no solo por el interés y la profundidad de los temas tratados, sino también por el estilo de la cinta, que enfatiza las miradas, los sentimientos de temor, confusión… y por el magnetismo de las actuaciones del magnífico plantel de intérpretes que intervienen en ella»

La obra de Elia Kazan ejerce sobre mí una poderosa fascinación. Rememoro en estas líneas la honda impresión que despertó en mí la primera película que visioné del director originario del antiguo Imperio otomano. El título no podía ser más sugerente, Al este del Edén (1955), adaptación de la novela homónima de John Steinbeck, y la protagonizaba el rubicundo, de intensa mirada, gesto atormentado y cejas pobladas, que se hacía llamar James Dean. El filme supuso el despegue de la carrera de Dean como actor de cine, con nominación a la estatuilla dorada incluida, que se truncó fatalmente con el fallecimiento de la estrella en un accidente de coche tras el rodaje de su tercera película, el melodrama petrolero Gigante (1956).

Dean no fue el único actor que se consagró a las órdenes del brillante realizador. También lo hizo Marlon Brando caracterizando al pendenciero Stanley Kowalski en Un tranvía llamado deseo (1951), trasunto fílmico de la obra cumbre del dramaturgo estadounidense Tennessee Williams.

La historia de A Streetcar named Desire, en el original en inglés, arranca con la llegada de Blanche DuBois (Vivien Leigh) a la casa de su hermana Stella (Kim Hunter) y su cuñado Stanley en la ciudad de Nueva Orleans, Lousiana, a finales del siglo XIX tras la Guerra de Secesión de los Estados Unidos.

Blanche, una dama remilgada perteneciente a la clase terrateniente, es el contrapunto de Stanley, un hombre de modales rudos de origen polaco que representa al inmigrante proletario del que se nutrió el sector industrial en pleno auge.

A lo largo del relato vemos como el conflicto de clase sale a relucir en numerosas conversaciones que dejan claras las divergencias entre una y otro, así como su mutua animadversión. Stella es el personaje que intermedia entre los dos, cuyo corazón en liza siempre pierde en este cruel juego de lealtades a su hermana y a su marido.

Stella y Blanche son mujeres heridas: las dos han sido humilladas por hombres que rezuman machismo por los cuatros costados, por una sociedad que conceptualiza a la mujer como propiedad del marido, que vigila estrechamente su sexualidad y la penaliza si decide vivirla libremente.

Blanche es una mujer obsesionada con la apariencia, por parecer joven, lozana y seductora con sus vaporosos y sofisticados vestidos. La juventud perdida y su condición de mujer soltera la atormentan. Blanche busca desesperadamente amar y ser amada, y es esta búsqueda sin solución la que la sume en un mundo irreal, de fantasía, más grato que el verdadero: la imaginación la protege de un contexto hostil y de su propia personalidad, sensible y nerviosa.

Por otra parte, observamos como Stella es insultada y golpeada por Stanley, a quien la menor de las DuBois excusa porque <<estaba borracho>> y a cuyos brazos regresa porque <<es lo natural>> en este tipo de episodios de violencia en la pareja, según las palabras de Mitch, interpretado por un secundario de lujo como Karl Malden.

Un tranvía llamado deseo engancha no solo por el interés y la profundidad de los temas tratados, sino también por el estilo de la cinta, que enfatiza las miradas, los sentimientos de temor, confusión… y por el magnetismo de las actuaciones del magnífico plantel de intérpretes que intervienen en ella.

FICHA TÉCNICA

Título: A Streetcar named Desire

Año: 1951

Nacionalidad: Estados Unidos

Duración: 122 min.

Dirección: Elia Kazan

Guion: Tennessee Williams

Reparto: Vivien Leigh, Marlon Brando, Kim Hunter, Karl Malden, Rudy Bond, Nick Dennis

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