Volver a ser un niño

niños 1Me he permitido robarle el título a una canción del mítico grupo de los años 80, Los secretos, para hablar de algo que hace tiempo ronda por mi pensamiento: los niños de hoy en día ya no juegan al fútbol en la calle.

El otro día recibí una de las múltiples invitaciones para entrar en uno de esos grupos de whatsapp que abundan en nuestros teléfonos. La novedad era la temática. Uno de mis mejores amigos que es un apasionado del deporte, al igual que yo, nos proponía formar parte de un conjunto de personas que estuviesen interesadas en jugar partidos de fútbol sala sin más pretensiones que la de divertirnos jugando.

Esta invitación me hizo observar un detalle que, no por cotidiano, deja de llamar mi atención: las calles de mi pueblo están desiertas.

Cuando yo era más joven (y de esto no hace siglos, aunque quizás sí más años de los que me gustaría admitir) los niños y no tan niños estábamos a todas horas en la calle pateando una pelota sin más equipamiento que cuatro piedras a modo de improvisadas porterías. No era inusual llegar a la medianoche esperando ese “último gol” que desempatase el apretado 20-20 del marcador.

Hoy en día, los jóvenes sacian sus ansias competitivas de otra forma. Muchos se pegan a la Play, Xbox o ingenios tecnológicos de última generación similares para transformarse en Messi, Cristiano Ronaldo o cualquiera de sus ídolos y ganar todo lo ganable… desde el sillón de su casa.

Otros son más activos y sí juegan el fútbol de verdad, pero lo hacen en equipos federados y con todo lujo de instalaciones a su disposición. En esta mejora de las infraestructuras tiene mucho que ver esa moda que se ha impuesto de un tiempo a esta parte. Cada 200 metros hay un campo de fútbol con césped artificial. No tengo nada en contra de estos adelantos, más bien todo lo contrario, pero llama la atención el contraste con lo que ocurría años atrás. Los campos eran de tierra y, en los días de lluvia, el balón (por lo general un Mikasa duro como una bala de cañón) pesaba como un muerto y desplazarlo se convertía en un desafío titánico.

Así las cosas, me produce cierta pena que se esté perdiendo algo tan ligado al fútbol como es la calle. Auténticos monstruos sagrados de este deporte como pueden ser Pelé, Maradona, Ronaldo Nazario o Zinedine Zidane han reconocido que su fútbol nació de miles y miles de horas de práctica con sus amigos en la calle o en un descampado (el mítico potrero de los argentinos).

Sé que el tiempo avanza y que no se puede frenar la evolución de las sociedades. Será que me estoy haciendo mayor y la nostalgia empieza a ganar la partida pero, a veces, quisiera “volver a ser un niño”… y jugar en la calle.

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