Parlem? El ajedrez no es solo un juego de mesa

Tengo constancia que para los que se informan mediante los medios tradicionales les hablo de otra historia, y yo soy consciente de que son dos historias paralelas

 El siglo XXI no lleva retrovisor, que es lo mismo que decir que no tiene memoria

Muchas fueron las imágenes que nos desgarraron y que se hicieron virales en una jornada pronosticada sin validez vinculante

Cuando te dispones a hacer un viaje lo prudente es colocar bien los espejos retrovisores de tu vehículo, en la posición adecuada, más que nada, para alcanzar la panorámica que te permita tener una buena visión y evitar accidentes no deseados. ¿Por qué digo esto?  pues a la sazón de que el siglo XXI no lleva retrovisor, que es lo mismo que decir que no tiene memoria. Estos días he estado en Barcelona, debía ir, ¿alguien duda del momento histórico que estamos viviendo?

El domingo, 1-O,  amanecí en Barcelona con mil preguntas por resolver, con cientos de recomendaciones propias para evitar situaciones que entrañasen riesgo físico, no caer en el sensacionalismo y sacudirme informaciones para crearme una idea propia de lo que verdaderamente percibía. Bajo un cielo encapotado a las ocho de la mañana recorría las calles del barrio de Grácia en una tranquilidad vigilante; los edificios sorteaban en sus fachadas la manifestación de sus moradores en referencia a la elección que ese mismo día iban a expresar en unas urnas que no se sabía ni dónde, ni cómo se iba a votar, ni siquiera cuál sería la pregunta.    

En los portales se indicaba a los vecinos dónde les tocaría acudir para ejercer el derecho furtivo. Eran las 8:42 horas, y en diferentes calles de Grácia la gente llenaba toda la superficie, a lo largo y ancho, en una actitud cómplice hasta llegar a la carpa que albergaba la caja para depositar la papeleta. No se veía bronca, sino un ambiente distendido, pero cauto. Por todas estas razones sacar fotos o grabar era una cuestión delicada, sobre todo, a esas horas, recordemos que era una situación complicada por estar fuera del marco de la legalidad vigente. El testificar con imágenes ese día para la historia era cuestión de ir midiendo cómo y de qué manera cumplíamos el cometido sin perjudicar a nadie.

A medida que bajaba por el Paseo de Grácia hacia plaza de Cataluña, se visibilizaba una multitud de gente con toda normalidad que esperaba las largas colas para depositar su voto no vinculante en la urna. Solo había una pregunta: Quiere que Cataluña sea una república independiente SI | NO

Más abajo, se encontraban apostados a un lado de la calle varios coches de los Mossos desde primeras horas de la mañana.

El centro operativo el 1 de octubre de la prensa nacional e internacional fue la Plaça Sant Jaume, con el Ayuntamiento cerrado a un lado luciendo la pancarta “Democracia”, y de frente el Palacio de la Generalitat con gran actividad durante toda la mañana; con entradas y salidas de políticos bajo la mirada de las cámaras de TV que retransmitían para multitud de países.

Sea como fuere yo lo viví con mucha normalidad, sin que en ningún momento viese peligrar mi integridad física. Más tarde, y a través de las redes sociales, se supo que hubo lugares donde sí se utilizó la fuerza con violencia. Muchas fueron las imágenes que nos desgarraron y que se hicieron virales en una jornada pronosticada sin validez vinculante. Si esta fuera una partida de ajedrez sería un jaque ¿Cómo se puede jugar tan mal la partida? Sin embargo, doy fe que mi recorrido por el centro de la ciudad no supuso riesgo de ningún tipo.

Tengo constancia que para los que se informan mediante los medios tradicionales les hablo de otra historia, soy consciente de que son dos historias paralelas; los grandes medios lo dibujan como un polvorín que ya ha estallado y que sigue una escala ascendente. Mi percepción es de una Barcelona que vive un momento de tensión decisivo, con caceroladas a las 22:00 horas incluidas, ciertamente es así, pero no es incendiario aunque sí preocupante. Esta es mi sensación.

Barcelona,  1-O 2017

Es difícil de valorar en tampoco tiempo, tres días no es mucho. Un número importante de catalanes están emocionados con su proceso de confraternidad. Es como una reafirmación que se contagia, hasta tal punto, que los que solo querían ejercer su derecho a decidir, para decir que no querían independizarse de España, después de los acontecimientos (Fuerzas Armadas en los barcos, violencia,etc.,) el domingo votaron  a la independencia. Es una corriente entusiasta que se alimenta de lo que se le ha negado, de la opinión nefasta que se tiene del gobierno central y ahora también del aparato del estado. Si en una  conversación sale el tema Jordi Pujol, no niegan la corrupción de esta familia, la consideran indecente, sin más… Es un miembro de su comunidad que les salió rana, y por tanto, lo reconocen pero no le dan más bola.

En algún momento tuve la sensación de haber vivido escenas cinematográficas de un tiempo pasado al presenciar como grupos de ultraderecha portaban banderas inconstitucionales y se envalentonaban cantando el cara al sol. Si bien es cierto que su número era reducido en la mirada que ofrecía aquel 1 de octubre en la Plaza Colón y después en la Plaza Cataluña.

El día 3,  como protesta a la agresión sufrida el día 1 en algunos puntos que se habilitaron para votar se declaró una huelga  en solidaridad con los cerca de 800 heridos que se estimaron el 1-O. Las manifestaciones del martes 3 se sucedían en los diferentes puntos de la ciudad y aunque por la mañana algunos establecimientos estaban abiertos, poco a poco fueron cerrando. En Barcelona a las 12:00 horas había dificultad para tener acceso a servicios de transporte público y privado. 

A la pregunta ¿cómo hemos llegado hasta aquí?

Yo contestaría fijando  diversos puntos a  tener en cuenta: Falta de autoridad moral en las dos partes, desidia en los problemas existentes, ausencia de capacidad para el diálogo, versiones torpes y autoritarias para conducir el conflicto, falta de estrategia en la comunicación.

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