Las series, la adicción del siglo XXI

Matthew McConaughey en True Detective (HBO)
Matthew McConaughey en True Detective (HBO)

En la oficina, en el bar, en el metro, en el parque, en el ascensor, todo el mundo habla de las series de televisión. La gente cuenta cómo sucedió la Boda Roja de Game of Thrones , qué les pareció el final de Breaking Bad, cuántos clones hay en Orphan Black, con quién termina Ted en How I Met Your Mother. Nadie quiere quedarse fuera de la conversación porque el ver series se ha convertido en un factor de relevancia social a tener en cuenta. Muchas charlas comienzan con una simple pregunta “¿Qué serie estás viendo?”.

Internet ha convertido el visionado de las series de televisión en una experiencia personal y comunitaria. Estamos viviendo la época de la Social TV y las diferentes redes sociales permiten que los seriéfilos de todo el mundo estén conectados, que compartan y comenten información. Se crea así un sentimiento de comunidad entre aquellos que ven un mismo producto televisivo o que siguen, de manera regular, un determinado puñado de series. Los seriéfilos son legión, y en España, cada vez hay más.

El profesor de Comunicación Audiovisual de la Universidad de Navarra, Alberto Nahum García, dice que existen diversos factores para explicar la popularización de las series americanas en nuestro país. “Digamos que se han juntado factores tecnológicos: facilidad de acceso gracias a Internet, conversación constante en redes; con un salto de calidad, en atrevimiento narrativo y temático, en el propio producto, espoleado inicialmente por el intento de la HBO de diferenciarse del resto. Eso generó un círculo virtuoso que hace que la calidad se multiplique.” Añade que las redes sociales como Twitter son una caja de resonancia que “sancionan la bondad o maldad de tal o cual serie nueva. La conversación ha servido para impulsar el consumo: todo el mundo quiere ver de qué va esa fiesta de la que todo el mundo habla”.

Las nueva era digital, la variedad temática y argumental de las ficciones norteamericanas, así como su disponibilidad, cantidad y calidad ha propiciado la aparición de diferentes tipos de espectadores que se pueden resumir en dos: el espectador clásico que sigue, semana a semana, el programa en televisión y que de manera ocasional hace uso de la web, más que nada para buscar referencias e información sobre programas y días de emisión. El espectador fan, que hace uso de Internet como apoyo al medio televisivo y que crea páginas con información sobre las series que más le interesan, participa en foros y mantiene contacto con otros espectadores. Este segundo tipo de espectadores son los que crean las comunidades.

Blogueros y blogueras

En los últimos diez años, la creación de blogs sobre series de televisión se ha disparado en nuestro país como un claro reflejo de las inquietudes de cientos de seriéfilos que buscaban personas, más allá de su entorno, con los que compartir su afición. Los amantes de las series usan los blogs como medio de exhibición y contacto, como punto de encuentro, como forma de darse a conocer, de hacerse un nombre.

Showrunner, flashforward, cliffhanger, hate-watching, space opera, backdoor pilot… son conceptos que los amantes de las series de televisión conocen bien. Cada afición tiene un lenguaje propio, y también tiene sus propios “dioses”: Joss Whedon, Ron Moore, Lena Dunham, Vince Gilligan, Aaron Sorkin, Tina Fey, David Simon… son algunos de los creadores televisivos más relevantes de los últimos 15 años. Gracias a ellos fue posible la existencia de series como Buffy The Vampire Slayer, Battlestar Galactica, Girls, Breaking Bad, The West Wing, 30 Rock o The Wire. Los blogueros usan esta terminología, conocen estos nombres, adoran estas series. En sus respectivas bitácoras y en redes sociales como Facebook y Twitter, las comentan, analizan y diseccionan. Esto no siempre fue así. Alberto Rey, del blog Asesino en serie -uno de los más conocidos y seguidos por los seriéfilos patrios-, tiene muy claro que las series norteamericanas “han sido populares en España desde que existe la televisión” pero que el detonante de la “fiebre seriéfila” que vivimos ahora es culpa de Lost.

Estrenada en septiembre 2004, año que marca el nacimiento de lo que muchos denominan tercera edad de oro de la televisión, su último episodio se emitió el 23 de mayo de 2010. Esta ficción de la cadena ABC no dejó indiferente a nadie y el ruido mediático que generó fue tal que todo el mundo sabía qué era la isla, quiénes eran Jack, Locke, Sawyer o Kate y que los números – como repetía Hurley- eran chungos. En España, muchos blogueros de series iniciaron sus bitácoras fascinados por Lost. Desde entonces, la comunidad no ha parado de crecer. Según Rey, es una comunidad considerable “ y, sobre todo, muy competente. Al lado de los blogs de moda, estilo de vida o deporte, el 99% de los blogs de televisión son pura literatura. El nivel no sólo de escritura, sino de análisis y cultura general de muchos de los blogueros televisivos españoles es altísimo”.

Los premios Premios 20Blogs se otorgan desde el año 2006. Durante las primeras ediciones había una categoría de blogs de cine que, en 2009, se convirtió en “de cine y televisión” ante el creciente número de bitácoras catódicas. Este año, la categoría sumó 286 participantes. La cifra ha ido aumentando conforme se han ido sucediendo las ediciones: en 2010 fueron 232 participantes, 249 en 2011 y 271 en 2012. Cada vez hay más blogs porque cada vez hay más gente que ve series de televisión, por lo general norteamericanas, y que quiere compartir su afición con el mundo. Incluso se habla de serieadicción. Un estudio de la empresa Neuromarketing Labs encargado por Fox y Vodafone confirmaba que algunas series como Game of Thrones o The Walking Dead, podían llegar a originar síntomas físicos de adicción en sus espectadores.

Kevin Spacey en House of Cards
Kevin Spacey en House of Cards

“Empecé a ver la serie a las once y cuatro minutos de la noche. Vi trece episodios completos de casi una hora cada uno, con pausas de siete minutos para sentir culpa; hice pis tres veces durante la maratón: las dos primeras en un florero, la tercera, encima; fumé ciento ochenta gramos de tabaco de liar rubio de la marca Manitou; solté cuarenta y dos centímetros cúbicos de baba; mi mujer se despertó cuatro veces a preguntar qué coño me ocurría; respondí «mmmscards» la primera vez; las otras no obtuvo respuesta y se fue llorando. Terminé de ver la primera temporada completa de House of Cards a las doce y cuarenta y nueve de un mediodía soleado. A las trece y dos minutos me desplomé en la cama con los ojos en blanco. Lo último que escuché fue una frase de mi hija, en catalán: «¿Què li passa al papa, es va a morir?». No alcancé a oír la respuesta de la madre.” Este fragmento de la crónica que Hernán Casciari publicó en eldiario.es es un claro ejemplo de esa serieadicción de la que hablamos.

Marina Such, del blog El Diario de Mr. Mcguffin, es una de las blogueras seriéfilas más veteranas y respetadas de España. “Cuando lo empecé, leía unos cuantos blogs de series (aunque en 2005 no había demasiados todavía) y también estaba empezando a ver series por Internet, así que de ahí al paso de hacerme uno no tardé demasiado. Además, me apetecía poder escribir de cine y series en alguna parte, ya que no podía hacerlo como parte de mi trabajo diario.”

Para Alberto Rey, uno de los factores a tener en cuenta para el despegue del interés en las series de televisión, “es la progresiva «infantilización» de las superproducciones cinematográficas y «adultización» de las televisivas”. No es el único bloguero relevante del panorama nacional que opina lo mismo, Mariló García, autora del blog Yo no me aburro y del libro Cócteles fuera de serie, opina que el número de seguidores de series norteamericanas en nuestro país se debe a que “se están haciendo series de muy alta calidad. El último ejemplo es True Detective. Es de HBO, pero este canal ya no es el único en crear buenas series. AMC o Showtime le siguen a la zaga. Se dan una serie de circunstancias que están relegando al cine a un segundo plano como es el alto precio de las entradas o el cambio en la forma de disfrutar de nuestro tiempo libre. Antes había dos pantallas: el cine y la tele, ahora está el portátil, la tableta, el móvil… queremos ver películas o series cuando queramos y donde queramos y eso lo facilita, por ahora, más la televisión, aunque es algo que poco a poco está cambiando”.

Las series norteamericanas de los últimos tres lustros presentan una ambición temática sin precedentes y un abanico de recursos humanos de relumbrón con actores, directores, guionistas y productores consagrados como Martin Scorsese, Robin Williams, Glenn Close o Alfonso Cuarón que se embarcan en proyectos para la pequeña pantalla. Esto explica parte de su éxito. Otro punto a tener en cuenta es el concepto de autoría, la figura del showrunner. Gente como David Simon, Alan Ball o Chris Carter, despiertan el interés de los seriéfilos debido a sus trabajos anteriores. Estos creadores con voces propias y auténticas han dotado al panorama televisivo de pluralidad y diversidad. Las temáticas han evolucionado hasta límites nunca antes vistos, desde series protagonizadas por una madre con trastorno múltiple de la personalidad (United States of Tara) hasta sátiras modernas plagadas de referencias a la cultura popular (Community). Hay series para todos los gustos, la vida de una familia mormona moderna (Big Love), el desastre del Katrina en Nueva Orleans (Treme), la tribulaciones de una agente de la CIA bipolar (Homeland), el ocaso de una civilización a manos de sus engendros robóticos (Battlestar Galactica), el doctor misántropo pero genial (House). Es fácil para el espectador encontrar un producto que case con sus intereses y hallar personajes con los que pueda conectar emocionalmente. Como decía Chris Marker, el conocido director de cine francés, “mi necesidad de ficción se alimenta de las formidables series americanas. Hay en ellas un saber, un sentido de la narración, del relato, de la elipsis, de la planificación y del montaje, una dramaturgia y un juego con los actores que no tienen equivalente en ningún sitio y desde luego tampoco en Hollywood”.

Treme (HBO) de David Simon
Treme (HBO) de David Simon

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