La sonrisa mágica II

librosEn la anterior entrega habíamos dejado a Magic como campeón universitario y camino a la NBA.

Tras una serie de negociaciones, Los Ángeles Lakers se hicieron con los derechos de la primera elección de Draft del año 1979. La decisión de los inquilinos del Forum de Inglewood estaba clara, toda vez que la otra gran novedad entre los novatos de esa temporada, Larry Bird, se había comprometido ya con los Boston Celtics dos años antes de su desembarco en la NBA, Earvin Magic Jhonson se convertía en un Laker.

Jhonson recibió a cambio la nada despreciable cifra de 500.000 dólares anuales (que pueden parecer poco si se comparan con los 650.000 que percibió el novato de los Celtics).

El impacto de Magic en la liga fue inmediato y en Los Ángeles empezó a dar sus primeros pasos el Showtime que convertiría a los Lakers en un fenómeno planetario.

La temporada transcurrió sin sobresaltos y, a lomos de un implacable Kareem Abdul-Jabbar, se plantaron en la finalísima por el anillo contra los Philadelphia 76ers del gran Julius Erving, el Doctor J.

Los angelinos llevaban la voz cantante en la serie pero en el quinto partido Kareem se torció un tobillo con la serie 3-2 y con el sexto partido a disputar en Philadelphia. Quien más quien menos pensaba en que los Lakers perderían el sexto e intentarían recuperar al gran hombre para el séptimo partido en L.A. donde se decidiría el título.

Pero no todos estaban de acuerdo. En el avión camino de Philadelphia, Magic se sentó en el asiento que habitualmente ocupaba Kareem y les dijo a sus compañeros: “tranquilos, EJ está aquí”. En el equipo se lo tomaron a broma, pero no lo era.

La noche siguiente, Magic realizó el salto inicial (lo que indica que, en teoría, ocupó la posición de center de Kareem) y realizó un partido simplemente memorable. Partiendo de cinco, Jhonson jugó en todas las posiciones y volvió loco al equipo local. Acabó el partido con 42 puntos, 15 rebotes y 7 asistencias.

Los Lakers ganaron el título y Magic se hizo con el MVP de la final aunque, en su fuero interno, él sabía que el premio debería ser para Kareem. Por esta razón, al finalizar el encuentro, se dirigió a las cámaras de televisión y le dedicó el título a su compañero: “esto es para ti, gran hombre”.

Con Magic convertido ya en una superestrella de la liga, las temporadas transcurrieron a ritmo de vértigo. En las mismas se sucedieron los momentos brillantes (sus 5 anillos, el MPV de temporada regular, el Junior Sky Hook para derrotar a los Celtics en el Garden en 1987, los MVP de las finales,…) con momentos más amargos (sus problemas con el despido de Paul Westhead, su mala actuación en la final del 84 ante Boston, la paliza que les infringieron los Bulls de Michael Jordan en la final de 1991,…).

Así era la vida de Earvin Jhonson cuando, en plena pretemporada de la 91-92, Magic recibió una llamada de su médico.

El doctor Michael Mellman, galeno de los Lakers, había efectuado a Earvin un análisis completo para suscribir una póliza con un seguro y detectó algo que cambiaría para siempre la vida de jugador. Magic era portador del virus del VIH, el causante del SIDA.

En una rueda de prensa que dio el 7 de noviembre, Magic dijo: “a causa de haber adquirido el VIH… tengo que retirarme de los Lakers hoy mismo. Quiero dejar claro que no tengo la enfermedad del SIDA. Tengo el virus. Quiero seguir viviendo mucho tiempo, entreteniéndoles como hice siempre”.

La noticia conmocionó al mundo y trascendió las fronteras del deporte. Las primeras personas en saberlo, al margen de su familia, fueron Michael Jordan (que lloró desconsoladamente al enterarse), Larry Bird y, su gran amigo, Isiah Thomas.

Pero antes de la retirada, aún quedaban gotas de magia por destilar. El 9 de febrero de 1992, Orlando acogió un All-Star muy especial. Magic fue votado para formar parte del equipo titular de la Conferencia Oeste.

Como si nada hubiese pasado, su juego fue sublime (25 puntos y 9 asistencias) dejando para el recuerdo un último minuto y medio inolvidable: pase perfecto en línea de fondo para canasta fácil de Dan Majerle, defensa perfecta a Isiah Tomas primero y a Micael Jordan después y, para acabar, triple lejanísimo que anotó mientras él esperaba con el brazo en alto.

Se llevó el MVP del partido sin discusión y se demostró a sí mismo que su sitio seguía estando entre los más grandes.

Ese verano estuvo con el Dream Team en los Juegos de Barcelona y, en 1996, regresó para jugar 40 partidos más con sus amados Lakers.

Miembro del Hall of Fame y nombrado uno de los 50 mejores jugadores de la historia, Magic llevó al baloncesto a cotas que nadie, ni antes ni después, igualó. La magia abandonó las canchas y, desde entonces, seguimos huérfanos de su talento.

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